La magia de los cuentos: cómo ayudan a crecer a tu hijo

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Los cuentos son una forma de comunicación. Leer cuentos a los niños, a los más pequeños y a los no tan pequeños, tiene muchas ventajas.

Leer y escuchar cuentos no sólo ayuda a los niños a desarrollar su lectura, su vocabulario y su capacidad verbal, sino que también despierta su imaginación.

En general, los cuentos fomentan su intelecto. Pero eso no es todo. Los cuentos tienen un papel muy importante en la infancia; un papel que, por cierto, muchos adultos desconocen.

La magia de los cuentos: cómo ayudan a crecer a tu hijo

Los cuentos entretienen y divierten a los niños, les hacen pasar buenos ratos y experimentar con nuevas y diferentes historias.

Además de su función de entretenimiento, cumplen, de forma paralela, otros objetivos: el aprendizaje y la formación.

Mediante los cuentos, los niños aprenden una gran cantidad de valores como la justicia, el amor, la valentía o el compañerismo.

Los relatos son una fuente de riqueza muy importante para el niño, porque a través de ellos aprende a poner solución a algunos problemas y dificultades.

Los cuentos adaptan la complejidad del mundo a su medida, haciéndole más accesibles las respuestas a sus preguntas, siempre con la ayuda de la fantasía y la imaginación.

Ese toque fantástico funciona como válvula de escape de una realidad que no siempre es como queremos.

Así pues, los cuentos también tienen cierta función liberadora, sobre todo cuando el niño se identifica con el personaje del relato.

Los pequeños también necesitan respuestas

No es verdad que solamente los adultos nos planteemos ciertas cuestiones vitales.

Los niños, a su manera, también se sienten desconcertados en ciertos momentos de su vida, y necesitan poner en orden algunas ideas.

Al igual que los adultos, los niños pueden encontrarse con conflictos internos, sentimientos de soledad y aislamiento o incluso angustia.

A veces no son capaces de expresar esas emociones con palabras; tal vez ni siquiera llegan a identificarlas.

Pero esos conflictos internos sí suelen manifestarse de forma indirecta en su comportamiento: miedos, ansiedad, dolores, pesadillas…

Algunos padres creen que lo mejor es restar importancia a estas emociones, esperando que sean pasajeras y que “se les olviden”. Sin embargo, ésta no es la mejor opción.

Es preferible enfrentarlas y resolverlas de forma fructífera. Para ayudar a solucionarlas, una opción efectiva es utilizar los cuentos.

Muchos de ellos, de forma estratégica y siempre adaptándose a la capacidad de comprensión del niño, pueden ayudar a resolver ciertas cuestiones humanas universales: quién soy, qué hago aquí, cuáles son mis temores y aspiraciones en la vida, qué es lo que yo quiero.

Los cuentos también le ayudan a comprender otros acontecimientos vitales, como el nacimiento, la muerte o la formación de la pareja.

Sacar el máximo provecho a los cuentos

Son muchos los padres que prefieren rehacer los cuentos para hacer desaparecer el lado más trágico de éstos, y mostrarles a los niños sólo el lado bueno.

Sin embargo, es positivo mostrarles al completo la historia: los malos también existen, pero la enseñanza es que la maldad no triunfa.

Se les puede sacar el máximo provecho tanto a la parte buena como a la parte mala del cuento, haciendo una metáfora con la vida, que tiene su cara amable y su cara amarga.

De todas las situaciones se puede extraer una enseñanza. Tras el cuento, charla con tu hijo, pregúntale qué piensa, qué ha sentido, qué le ha transmitido, qué aprendizaje ha extraído.

El relato es una buena excusa para sacar a la luz temas que de otro modo no surgirían. ¿Qué mejor manera de conocerse a sí mismo, a los demás y al mundo que escuchando un buen cuento y conversando con un padre?

Además, para extraerle el máximo beneficio a los cuentos, puedes jugar con ellos: haz que el niño aporte algo al cuento proponiendo algo nuevo, cambiando a su antojo alguna escena, describiendo un final alternativo…

Ésta es una forma divertida de desarrollar su creatividad. Incluso, ¿por qué no?, ¡haz que creen sus propios cuentos!

Cuéntale tú uno inventado por ti y, luego, que te cuente él uno a ti. Y, si puede ser, pídele que tenga una moraleja que él mismo invente y comparta.

Por último, no hay que olvidar que el momento de contar un cuento es un momento de intimidad entre el padre y el hijo. Implica sentarse con ellos, dedicarles atención y tiempo.

En esas circunstancias se establece una fuerte conexión con el niño, y pueden surgir otro tipo de preguntas, confesiones, pensamientos o emociones importantes.

El cuento: una herramienta perfecta para crecer

Como hemos visto, los cuentos tienen infinitas ventajas y ningún inconveniente. Por ello, son una herramienta muy eficaz para acercarse al mundo infantil, tanto para padres como para maestros.

Sólo se necesita tiempo y energía, dos ingredientes que algunos papás no tienen cuando llegan a casa tras un largo y duro día de trabajo.

Sin embargo, tanto a corto como a largo plazo compensa invertir esos momentos en los hijos. La variedad de temas que puedes tocar en los cuentos que relatas a tus hijos son infinitos.

Nadie conoce mejor que tú a tu hijo; tú sabes qué temas pueden venirle mejor, qué cosas necesita escuchar y, una vez roto el hielo, sobre qué temas necesita hablar.

Como ideas, éstos son algunos temas que puedes tratar: igualdad de género, celos, amistad y compañerismo, miedos, cuidado al medio ambiente, duelo, sexualidad, emociones positivas y negativas, estudios, felicidad, no materialismo, habilidades sociales…

Y bien, ¿qué cuento le vas a contar a tu hijo esta noche?