Qué hacer frente a las malas compañías de tus hijos

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De cara a la pre-adolescencia, más o menos a partir de los diez años, empieza a producirse sutilmente uno de los cambios más importantes en el desarrollo de los niños: la sustitución del protagonismo de los padres frente a los amigos como figuras principales de apego.

Qué hacer frente a las malas compañías de tus hijos

A raíz de este proceso, el referente fundamental de vinculación para el joven pasa a ser su grupo de iguales, mientras que los padres pasan progresivamente a un segundo plano.

Podemos entender mejor este proceso describiéndolo como un primer paso hacia su independencia plena como adultos que, no obstante, aún queda lejos.

El grupo de amigos va a convertirse en el club del que todos los adolescentes quieren formar parte, cueste lo que cueste.

No ser aceptado en él puede suponer mucho sufrimiento y una sensación de marginación para ellos.

A partir de esta necesidad de pertenencia aparecen los miedos de los padres. ¿Mi hijo se relacionará con “lo mejor” o con “lo peor” de su clase? ¿Hasta qué punto lo veo maduro como para no dejarse influenciar demasiado? ¿Puedo prohibirle ir con determinadas personas? ¿Sirve para algo hacerlo?

Los padres se plantean muchas dudas razonables cuando llega la pre-adolescencia.

Analicemos estas preguntas según el centro educativo y la educación que se recibe en casa:

El centro escolar en la adolescencia

No es lo mismo acudir a un centro educativo de un barrio conflictivo que a un colegio privado y elitista.

La capacidad de control de los profesores, así como su implicación diaria, varía mucho de un sitio a otro.

Tengamos en cuenta que una profesión vocacional como la de maestro puede verse truncada tras años de práctica en malas condiciones.

En nuestra sociedad, el profesor ha perdido casi la totalidad de su autoridad en el aula, por lo que en ciertos institutos las clases son una selva donde el profesor se limita a contar los minutos que le quedan para terminar su jornada.

Ahí sí que tenemos más probabilidades de que se incremente la influencia de las malas compañías.

¿Esta realidad es culpa de los profesores? De ninguna manera. Es, fundamentalmente, responsabilidad de nuestras inútiles autoridades, que también en esta materia están dejando pudrirse (por acción u omisión) el sistema educativo público.

A raíz de esto, aquellos padres que se lo pueden permitir optan por llevar a sus hijos a un centro privado.

Al tratarse de una empresa que admite o expulsa a los alumnos según su propio criterio, es más sencillo que haya cierto orden académico, pero tampoco es una ley que se cumpla en todos los casos.

Entonces, ¿público o privado? Depende del centro; los hay muy malos y muy buenos de las dos clases.

Infórmate bien antes de matricular a tu hijo. Y sobre todo, no dudes en cambiarlo si ves que el centro no cubre tus expectativas.

La educación en casa durante la adolescencia

Aunque tu hijo disfrute con unos amigos que no son de tu agrado, no creas que es el fin del mundo.

No todo es culpa del entorno. Un buen signo de madurez puede ser que tu hijo sepa ir con gente que a ti no te gusta pero que eso no influya en sus resultados académicos.

De forma más concreta: mientras tu hijo no reciba partes por mala actitud y falta de trabajo en clase y sus notas estén a la altura de sus capacidades académicas, no hay motivo para prohibirle frecuentar a quien quiera.

Los resultados académicos son el termómetro que nos indica hasta qué punto se está echando a perder por las malas influencias.