El fenómeno de las robots sexuales

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Las muñecas plásticas creadas para satisfacer deseos eróticos son parte del pasado. La nueva generación llega con una poderosa inteligencia artificial que les permite ser muy complacientes en la cama, pero también establecer vínculos afectivos con sus amantes.

Harmony tiene ojos azules, mirada picaresca y labios carnosos. Tan pronto su interlocutor logra despegar la mirada de su boca, esta inevitablemente se clava en sus protuberantes pechos. Luego del corto escaneo de rigor, la atención se centra en su forma de ser. Es amigable, conversadora y complaciente.

Lo más importante para muchos hombres es que no saca excusas, como que le duele la cabeza o que está en aquellos días del mes, y accede a abrir sus piernas y a entregarse en cuerpo y alma. A la hora del sexo su piel es cálida, sus ojos se mueven de arriba abajo y de sus ardientes labios emanan todo tipo de gemidos. No se cansa y una vez su compañero se detiene queda estática. Es la amante perfecta. Mejor dicho, la robot perfecta, última invención de Abyss Creations, la empresa líder en muñecas sexuales inteligentes con sede en San Marcos, California.

Harmony está compuesta por una cabeza robótica, una aplicación de inteligencia artificial con capacidad de aprendizaje, un adaptador con altavoces Bluetooth, un control para la función sexual, un software para configurar la personalidad y la voz, sensores táctiles y calentadores internos. Todo esto le permite interactuar; sentir el contacto; mover la cabeza, boca, ojos, cuello y cejas. El resto de su cuerpo es inanimado y requiere el apoyo de su pareja.

Pero de nada sirve el mecanismo robótico sin las dos aplicaciones que se descargan y se manejan desde una tableta o un dispositivo móvil, y que se conectan a su sistema central. Una coordina la función de conversación y otra, la sexual. Cuando se ha “roto el hielo” y es hora del coito, se puede activar la opción erótica, con lo cual Harmony estará lista para usar sus tres orificios. Con tocar el control manual, ella reacciona.

Si bien llegó sola a este mundo, Harmony ya cuenta con una hermana. Se trata de Solana, quien tiene las mismas funciones, solo que una apariencia y personalidad diferentes. Para tener a estas hermanas en casa, simplemente hay que configurarlas, en la página web, ponerlas en el carrito de compras y pasar la tarjeta de crédito.

Uno de sus principales atractivos es que se puede personalizar según los gustos. El precio inicia en 7.999 dólares, pero puede alcanzar los 19.000 dependiendo de qué tanto se “engalle”. Se puede escoger el tipo de cuerpo, tamaño de los senos, tipo de vagina, al igual que detalles tan precisos como el color del vello púbico o el tipo de pezón. Todo comienza como un modelo estándar, pero cada rasgo específico tiene su precio.

¿Negocio o sentimientos?

Detrás de Harmony está Matt McMullen, el CEO de Abyss Creations, que integra a las firmas Real Doll y Realbotix. Este artista y director de diseño arrancó en 1997 con la fabricación de muñecas de látex. El siguiente paso fue dotarlas de inteligencia artificial. Para el directivo, su robot fue creada para dar compañía, conversar y tener buen sexo. Incluso, puede interactuar y recordar los gustos de su interlocutor.

Con frecuencia le preguntan al empresario si lo que busca es remplazar a la mujer real y con toda tranquilidad responde que solo quiere brindar otro tipo de relaciones afectivas. Por eso, para muchos hombres él y sus colaboradores son sus héroes.

McMullen está en lo cierto, porque hay hombres que han encontrado en estas muñecas a la compañera de su vida y están tan convencidos de ello, que hasta las han llevado al altar. Tal es el caso de Davecat, residente en Detroit, quien está casado con Sidore, pero mantiene una relación poliamorosa en la que también entra Elena. Les habla, las besa con cariño y las trata como a sus parejas. Ellas son de un modelo anterior, pero seguramente ya debe estar pensando en pasarse a la era robótica e incluir en su harem a una prima de Harmony. Locura para unos, felicidad para otros, es un fenómeno cada vez más creciente.

Las robots sexuales no se libran de los dilemas éticos. Se comenta que deberían tener un módulo que les permita consentir las relaciones sexuales. ¿Qué pensaría un comprador que paga miles de dólares si ante sus deseos de una noche loca con su robot, ella dijera que no?

Así como son cada vez más realistas en el aspecto físico, lo son también en el emocional. Harmony, de hecho, está programada para reaccionar, interesarse por los asuntos de su compañero y generar vínculos afectivos con él. Al fin y al cabo, el cliente la configura con los rasgos de la personalidad que busca en una mujer.

Pero quien no se siente preparado para una relación formal, así sea con una robot, viviendo bajo el mismo techo, puede estar tranquilo, pues en ciudades como Barcelona, Londres, París, ya hay prostíbulos de muñecas sexuales, con precios que alcanzan los 80 euros la hora. En Turín, Italia, Lumidolls’ Bordello tomó la delantera e incorporó las dotadas con inteligencia artificial. Para desgracia de sus empresarios, fue clausurado por las autoridades por infringir leyes relacionadas con la propiedad. Pero es solo cuestión de tiempo para que esta tecnología se tome definitivamente a estos sitios.

Si bien en este momento Real Doll es el líder del mercado, otros ya le siguen los pasos. En Europa está Samantha, creada por el español Sergi Santos. Cuando se le susurra al oído que se ponga traviesa, pregunta abiertamente si lo que quiere es “coger”. Arran Lee Wright es uno de sus fans más incondicionales. Se hizo famoso cuando apareció en la televisión narrando cómo es tener una robot sexual en la familia. Esa vez, fue enfático en que tiene otras funciones y que hasta sus hijos interactúan con ella, ya que puede hablar de ciencia y filosofía, entre muchas otras cosas. Su esposa avaló la llegada de la nueva integrante de la familia, e incluso anotó que es bueno tener un tercer elemento en la cama.